Adolescencia y depresión
Físicamente, el adolescente experimenta todos los cambios corporales de la pubertad.
En cuanto al desarrollo cognoscitivo, los adolescentes inician el pensamiento operacional formal y los primeros pasos hacia la construcción de una identidad ocupacional y sexual. Estas etapas de los 14 años o más se caracterizan por un razonamiento moral convencional. A los 17 o 18 años, algunos adolescentes han alcanzado operaciones formales consolidadas por un razonamiento moral.
En el desarrollo social estos cambios no sólo afectan a las relaciones con sus compañeros, también afectan a las relaciones con sus padres. De hecho, es el periodo de desequilibrio social con mayores problemas en las relaciones padre-hijo, influencia máxima de la presión de los compañeros y problemas de la conducta y depresión. El adolescente empieza a cuestionar los antiguos valores, los viejos papeles, las viejas ideas de la identidad. Las amistades individuales son importantes a lo largo de este periodo, aunque también se inician las relaciones amorosas.
Para algunos autores, la adolescencia se considera como el segundo nacimiento, ya que el joven necesita resolver los problemas de ser en función de si mismo y en relacion con su grupo familiar (Aberastury y Knobel, 1976, p. 76.)
La adolescencia es un tiempo de cambio, pero si hay que destacar alguno de los muchos que se producen es el que se da en el mundo de los afectos y los sentimientos. El adolescente parece estar volcado en su mundo interior; no se trata sólo de un refugio, sino de la riqueza afectiva que va a ir poco a poco impregnando toda su vida. El gran acontecimiento de la adolescencia, a diferencia de la niñez, es el descubrimiento del yo.
El contexto familiar y la adolescencia
La familia es el espacio en el que los adolescentes ponen a prueba todas las acciones que les llevarán a ser adultos. Durante esta etapa la relación padre e hijo cambia de gran manera; en comparación con los niños, los adolescentes pasan menos tiempo con sus padres y se sienten menos vinculados a ellos desde el punto de vista emocional; los critican y se muestran en desacuerdo con ellos, se vuelven cada vez más enérgicos y menos dispuestos a someterse a su autoridad.
Este distanciamiento creciente puede hacerse más doloroso cuando los adultos mantienen una actitud autoritaria que llega en ocasiones a oponerse al proceso de su desarrollo. El adolescente vive un sentimiento ambivalente, quiere ser independiente pero no quiere romper los lazos que le unen a sus padres; estos últimos viven la misma contradicción, desean que sus hijos sean independientes pero les cuesta perderlos.Es importante ayudar a los adolescentes a canalizar sus conflictos; es tarea de los padres aprender a desarrollar relaciones adultas sobre la base de una comunicación fluida con sus hijos en la que estén claramente establecidos los roles de cada uno en el marco del respeto mutuo y sobre todo de la confianza. Ambos actores deben procurar un ambiente en el que ninguno de los dos se sienta amenazado por los reproches del otro, más bien es preciso abrir un espacio de diálogo y orientación permanente en el que se puedan expresar los sentimientos de una manera transparente, directa y auténtica.
Amigos en la adolescencia
Los amigos son un elemento importante, casi vital para los adolescentes; en el grupo, encuentra satisfecha su necesidad de comunicación. A nadie como a sus ellos puede contar tanto sus dudas y vacilaciones, sus penas y lamentos, como la incomprensión de los adultos, y, sobre todo, sus conquistas, experiencias y descubrimientos.
El amigo cumple una serie de funciones importantes en la adolescencia:
• Ayudar al adolescente a independizarse de los lazos familiares.
• Servir de campo de prueba para el desarrollo de las destrezas adultas.
• Ofrecer un confidente con quien compartir las experiencias más profundas.
• Facilitar una cierta estabilidad emocional y social en medio de tantos cambios internos y externos.